La importancia de los “contratos” en la pareja: pactos que fortalecen la convivencia
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En el contexto del acompañamiento terapéutico de parejas, usar la metáfora del contrato relacional —o incluso formular pactos explícitos entre los miembros de la relación— puede resultar una herramienta poderosa para alinear expectativas, generar claridad y prevenir frustraciones recurrentes. Lejos de sonar rígido, este enfoque puede humanizar la convivencia y promover mayor responsabilidad mutua.
Conceptualización: ¿qué entendemos por “contrato” en la pareja?
Cuando hablamos de “contrato” en el ámbito íntimo no nos referimos únicamente a documentos legales (como acuerdos prenupciales o contratos de convivencia legal), aunque estos pueden tener su lugar (Barnes, 2023). Más bien, la idea aquí es incorporar el concepto de acuerdo consciente —explícito o tácito— sobre roles, expectativas, límites y compromisos que cada persona asume dentro de la relación (White, 1978; Zubatsky, 2019).
La teoría del contrato relacional (relational contract theory) ha explorado cómo, incluso en relaciones íntimas sin formalización legal, operan acuerdos sociales y expectativas recíprocas informales, con elementos de reciprocidad, confianza y cooperación (Sager citado en “Intimate Relationships, Relational Contract Theory …”, 2000). Sin embargo, estos acuerdos no siempre son conscientes o explícitos, lo cual genera espacio para malentendidos, resentimientos o rupturas de expectativas implícitas (Sager citado en White, 1978; Zubatsky, 2019).
Desde la terapia de pareja, se ha trabajado también con lo que se denomina «contract therapy», una estrategia en la que la pareja, con la guía del terapeuta, renegocia o acuerda compromisos específicos para restaurar el funcionamiento relacional (White, 1978; Zubatsky, 2019). En ese sentido, un contrato no es un arma de rigidez, sino un marco viviente que puede revisarse, ajustarse y renegociarse con el tiempo.
Beneficios psicosociales del contrato en la relación
Claridad en expectativas y roles
Uno de los grandes beneficios de tener acuerdos explícitos es reducir la ambigüedad sobre lo que cada miembro espera del otro. Muchas discusiones recurrentes surgen porque cada uno tiene una expectativa no comunicada (por ejemplo, respecto al manejo del hogar, finanzas, tiempo personal, intimidad). Al verbalizar estos acuerdos —aunque sea en una sesión terapéutica— se puede evitar que esas expectativas tácitas creen conflictos silenciosos.
Aumento de la responsabilidad y el compromiso
Cuando una pareja decide voluntariamente asumir compromisos concretos, esto puede fortalecer la sensación de responsabilidad mutua. Los acuerdos funcionan como recordatorios simbólicos de que no somos “libres absolutos” dentro de la relación, sino co-responsables del bienestar compartido.
Fortalecimiento de la confianza y previsibilidad
La confianza se nutre cuando uno observa que el otro cumple lo que dijo que haría. Un pacto transparente ayuda a construir esa predictibilidad vinculante simbólica. En contextos terapéuticos, la renegociación de acuerdos puede facilitar la restauración de confianza después de una crisis (Daneshpour et al., 2024).
Facilita la resolución de conflictos
En el marco de un contrato relacional, las parejas pueden acordar cómo van a enfrentar los conflictos: tiempos de pausa, reglas de comunicación, espacio para la reflexión. Este enfoque proactivo previene que las discusiones escalen sin estructura. En estudios en terapia focalizada en problemas, se ha observado que parejas que coinciden en la definición del problema tienden a tener mejor adherencia y resultados terapéuticos (Biesen & Doss, 2013).
Flexibilidad y renegociación
Un contrato no está escrito en piedra. La experiencia relacional cambia con el tiempo (por ejemplo al tener hijos, cambiar de trabajo, enfermedades, estragos económicos). Un pacto consciente incluye la posibilidad de revisar, renegociar o adaptar los acuerdos en función de nuevas circunstancias. El enfoque de “contract therapy” promueve precisamente esa reapertura negociada (White, 1978).
Riesgos y precauciones al implementar contratos relacionales
Aunque la idea de contratos en la pareja tiene muchas ventajas, también merece precaución:
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Si el contrato se impone unilateralmente, puede ser interpretado como control o coerción.
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Puede reforzar dinámicas rígidas si no se contempla espacio para flexibilidad.
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Si uno de los miembros no cree en el valor simbólico del contrato, puede interpretarlo como algo artificial o forzado.
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Exigir “cumplimiento perfecto” puede generar ansiedad o sentimiento de fracaso cuando la vida inevitablemente introduce fallas.
Por ello, es esencial que el terapeuta (o mediador de la pareja) oriente el proceso con sensibilidad: enseñar que los pactos sirven como guías, no como armas de control.
Cómo construir un contrato relacional saludable: pasos y recomendaciones
A continuación, algunas recomendaciones prácticas para ayudar a las parejas a elaborar sus propios pactos:
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Exploración previa de valores y necesidades
Antes de redactar acuerdos, cada miembro expresa qué valores y necesidades considera no negociables (por ejemplo, equidad, espacio personal, intimidad). Esa fase de indagación emocional ayuda a que el contrato tenga sentido personal, no solo funcional. -
Negociación colaborativa
Las partes dialogan para llegar a compromisos aceptables para ambos, no imponer soluciones. Aquí el terapeuta puede facilitar la escucha activa, el volteo empático, la reframing. -
Formato claro y concreto
En lugar de frases vagas como “ser comprensivos”, conviene definir acciones específicas: “si dentro de la semana estamos en conflicto grave, retomaremos la conversación al día siguiente en un horario pactado”. -
Plazo de vigencia y revisión
Incluir en el pacto momentos de evaluación periódica (por ejemplo, cada 3 o 6 meses) para ajustar lo que no está funcionando o introducir nuevos acuerdos según cambien las circunstancias. -
Cláusulas de emergencia
En desacuerdos intensos, acordar “pausas terapéuticas”, mediaciones externas o reglas de intervención, así como protocolos de activación si algún comportamiento vulnera un acuerdo crítico (por ejemplo, abandono emocional sin aviso). -
Registro simbólico
No es obligatorio que sea un documento legal; muchas parejas optan por escribirlo en una carta compartida o visualizarlos en un “contrato emocional” simbólico. Eso le da peso simbólico sin polarizar en términos rígidos. -
Responsabilidad compartida, no vigilancia
Cada miembro asume su parte en el pacto; no se trata de “supervisar” al otro, sino de monitorear juntos cómo ambos lo estamos viviendo.
Relación con la práctica terapéutica de pareja
Para un terapeuta de pareja, incluir ejercicios de contrato relacional puede integrarse como fase de intervención en modelos integradores. Esto puede incluir:
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Fase de assessment: identificar incongruencias en expectativas tácitas.
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Fase de intervención: facilitar la negociación del pacto.
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Fase de mantenimiento: revisar y ajustar el contrato durante el seguimiento.
En la literatura de terapia de pareja moderna, la co-creación de metas y tareas es una constante compartida entre modelos (Lebow & Snyder, 2022). PMC Contratos relacionales pueden verse como una versión personalizada de esas tareas, adaptadas al contexto de cada pareja.
Además, investigaciones sobre la “agreement” (concordancia) entre los miembros respecto a los problemas relacionales apuntan que parejas que tienen mayor coincidencia sobre los problemas presentan mejor compromiso terapéutico y resultados en tratamientos focalizados (Biesen & Doss, 2013). ResearchGate Esto refuerza la idea de que la capacidad de ponerse de acuerdo —y expresarlo explícitamente— tiene un efecto modulador en el éxito terapéutico.
Algunos ejemplos ilustrativos
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Acuerdo sobre finanzas compartidas: definir qué porcentaje de ingresos ingresarán a un fondo común, qué gastos serán de uso libre individual y cómo se revisará mensualmente.
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Acuerdo sobre resolución de conflictos: cada vez que alguno se sienta “abrumado”, puede pedir una pausa de 10 minutos, comprometiéndose a retomar la conversación.
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Acuerdo sobre tiempos individuales y de pareja: reservar al menos una noche semanal “libre de obligaciones”, y pactar espacios de crecimiento personal o hobby.
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Acuerdo en relaciones no monógamas consensuadas: en relaciones con múltiples acuerdos (por ejemplo, relaciones abiertas o poliamorosas) se recomienda documentar límites emocionales, tiempos, reglas de comunicación, consentimiento y protocolos de seguridad (Astle et al., 2023). ResearchGate
Reflexión final
Los pactos conscientes —o contratos relacionales— no son una solución mágica para todos los problemas, pero representan una herramienta valiosa en el arte de construir una relación madura basada en responsabilidad, comunicación y adaptación mutua. Al traducir expectativas implícitas en compromisos explícitos, las parejas ganan terreno para crecer en conjunto, minimizar ambigüedad y cultivar una convivencia más saludable. En el proceso terapéutico, estos contratos sirven como puente entre la teoría y la práctica cotidiana: son mapas vivientes que acompañan el trayecto de dos personas que deciden construir un “nosotros” con intención y propósito.